Estaba pensando en dejarte ir, en
escribir una carta y tratar de comprender que dejaste de ser mía, que jamás lo serás,
que ya caduco el tiempo donde alguien como yo se siente cómodo viviendo de una
mentira, hoy solo me carcome tu esencia, solo me maldicen tus caricias, solo me
desgasto con sutiles espasmos orgásmicos en nuestros ya cansados encuentros
pasionales, que por costumbre, ya ni improvisamos una nueva forma de quitarnos
la ropa, solo disfrazamos nuestro capricho de no rendirnos, con charlas a bajo
volumen, pero ya basta, ya no hay razón para seguir ocultando un “adiós” detrás
de esos besos que solo secan el alma.
Romperé los marcos donde nuestras
fotos colgaban, quemare cada recuerdo que me quede de ti, lanzare a la basura
todos los “te quiero” que se quedaron al lado de mi cama y me marchare, no con
odio hacia ti, sino, odiándome cada segundo mas, por no tener las fuerzas
suficientes, para seguir intentando crear el mundo que tantos nos habíamos prometido,
pero se calcinaron aquellas promesas, se desvanecieron aquellos sueños, a tal
punto que… no logro recordar el momento exacto en el que comenzaron a nacer las
cartas de amor con tu nombre.
Me voy, sin saber a dónde
caminar, dejando aquellas fotografías que te recuerden a mí, a un ser lleno de
defectos que se olvido de ellos por un momentos, para admirar por completo la supremacía
de se ocultaba debajo de unas cuantas miradas entristecidas, por lo que le había
tocado vivir.
Las verdades que ayer nos habían juntado
hoy se sienten como mentiras, mentiras que dañan el palpitar de un corazón que
se canso de reconstruirse cada noche, solo, porque ya no había tiempo de
dedicarse a las mismas cosas de siempre, ya no había tiempo para dedicarse a
los mismos detalles pequeños que nos habían enamorado, la juventud escapo por
nuestros ojos, la dejamos correr libre mientras nos quedábamos prisioneros
dentro de nuestros cuerpos marchitos, hediondos a cotidianidad.
No fue que me haya aburrido de
ti, de tu cuerpo, de tus palabras, no. Me aburrí de tu ausencia, no esa que se produce
cuando los cuerpos se separan por largo tiempo, esa se puede soportar a medida
nos convencemos de lo que sentimos y ayudamos al otro a confirmar nuestros
sentimientos, no, esa distancia se rompe, pero esa ausencia que nace cuando se
duerme en la misma cama, hace que un alma deje de sentirse querida.
Sentía que extrañaba tus besos,
aun cuando nuestros labios se juntaban con aparente sincronía, extrañaba tu voz, dulce, tranquila, cínica
por momentos, extrañaba tu compañía, aunque cada día nuestras miradas se
cruzaran tratando de mostrar simpatía, la costumbre te hizo aceptarme, en
cambio, a mí, la costumbre me hizo saber que ya no esperabas mas de nosotros,
que ya no esperabas mas de mí, porque creías que lo había dado todo, que ya
nada podría sorprenderte, por eso me voy, para que le des a alguien más, la
oportunidad que en sus momentos, yo tuve, ya es tiempo de que comiences a vivir
una vez más.
Me voy, sin dejar de amarte, me
voy, para que vuelvas a amar, me voy, dejando mi corazón a tu lado, pues no le
sirve a alguien que escapa del mundo, sin intención de usarlo nuevamente,
vacio, el amor que radica en mi ahora es vacio, porque lo dejo todo en esta
despedida, para que con lo que te quede, hagas feliz a otros brazos, llenes ese
vacío que no sabias se había formado en ti. Me voy, para que tú seas feliz.