jueves, 5 de mayo de 2016

Cautivo



Mire mi reflejo sumergido en tinieblas, suspire, mis manos eran ese instrumento que me convertía en Dios cuando nadie más veía, un Dios cruel y desalmado, semejante a esa silueta toda poderosa que se observa cuando toda esperanza se ha perdido; cada personaje que moría, cada caricia desvanecida en papel tenía el mismo propósito, satisfacer las aberraciones que pasaban por mi cabeza durante todas esas noches donde el alcohol se volvía parte de mí y yo por mi parte, me convertía en una pequeña gama abstracta de maldiciones distintas, surrealistas, donde los miedos eran un arma contra la cual luchar. Siempre me mantuve en cautiverio, después de crear a mi ángel más bello, escapo y ha querido tomar mi lugar, me ha hecho una persona desdichada dispuesta a pagar todo el odio que se le atraviesa con el folio.

Jamás me preocupe por esas nimiedades que las demás personas observaban, carecía de afecto, por lo que fue fácil el proceso que me hizo aislarme de todos, jugando a ser un misántropo y un acomplejado narcisista disfrutaba recreando historias en la pared de mi habitación, inventándome recuerdos para creer que era una persona distinta a la que mis ojos observaban a través del espejo, era omnipotente, omnipresente y omnisciente. Estaba en todos lados y nadie podía verme, podía decir quien nacía y quien moría y todos creían que era parte de la ley natural de sus vidas, les decía a quien adorar mientras que todos desconocían mi existencia, cortando el hilo de quien yo quisiera, haciendo sufrir a quien quisiera para sentir esas ansias de poder que unas cuantas letras otorgan al escritor, era una gran manera de distraerme, fingiendo ser ese escritor al que todos leían.



A solas el tiempo carecía de valor, era tan solo una ilusión que me hacia olvidar si había sentido hambre, odio, amor, era un ente que existía para satisfacer necesidades que no tenia, era una invención a la que le había dado el nombre de “John” para sentirme un poco más seguro en esta nada ambulante en la que me sumergía día con día, era tan solo un prisionero que se encontraba cautivo dentro de su propia mente, un hombre superficial que sabia tanto sobre el amor que había desarrollado su romance perfecto, ese con el que no espere jamás sufrir tanto por no poderlo hacer tangible, al final John, se fue quedando mas solo, mas cerrado, controlando unos hilos de los que nadie más sabia, descubrí lo que era el llorar, el significado de la tristeza derramándose por las mejillas, el Dios era casi humano, ¿Cuándo el Dios se convirtió en hombre? O ¿Cuándo el hombre dejo su humanidad para convertirse en Dios?


Deje el lápiz y me olvide de mí por un momento, me convencí de que… tan solo soy un punto negro en el espacio, algo que esta y nadie nota, eso soy, algo que al perder el sentido se volvió nada y ¿donde deje mi todo? En manos de la desesperanza, haciéndole el amor al olvido, cautivo.



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