lunes, 23 de mayo de 2016

Letargo



Sin darme cuenta, estaba ahí, observando el infinito en una fotografía. Esperaba que por arte de magia algo dentro de mí despertara, que aquello que entraba por mis ojos pudiese otorgarme la duda de saber si seguía viviendo o simplemente vagaba en este mundo, como un ente que estaba destinado a derramar lagrimas, a componer tristezas, no encontraba razón alguna para mi letargo.

Cuando caminaba me gustaba imaginar que me dirigía a algún lugar donde siempre estuviese lloviendo, al menos así, el mundo expresaría lo que por las noches no me deja dormir, ese caos que termina por humedecer mis ojos; esta sátira donde vivía me confundía, no sabía si trataba de morir o por intentar vivir… moría, estaba perdido en aquellas pequeñas cosas que sin sentido me rodeaban, monumentos dedicados a mi bizarra obsesión, esa que me convertía en un narcisista artificial,  esa misma que camuflaba mis complejos con naturalidad, todo para hacerme caer de forma que nadie lo notara.

Mis sonrisas siempre terminaban por deformarse frente al espejo, de una manera grotesca siempre encontraba la forma de terminar odiando cada momento de felicidad, quizá por creer que si me aferraba a ellos, el golpe seria mas fuerte cuando la realidad me golpeara a la cara, con la misma delicadeza con la que una puta te regala muestras efímeras de afecto.



Aquella silueta que se notaba a contra luz, se había convertido en mi peor enemiga, hacia revivir caricias con las que había soñado por tanto tiempo que, al final de todo, solo se fue quedando el veneno, solo se fue quedando el vacio, solo se fueron quedando los besos que había guardado al lado de mi cama para estos momentos de soledad, donde ignoraba que la ausencia se había apoderado de todos aquellos abrazos que en su momento, fueron la gloria, ya que hoy solo son el preámbulo a la decadencia del alma.

Por estar buscando en aquellos ojos algo más que mi reflejo, termine desnudando mis emociones a quien solo supo tragarse mis cursilerías para escupirlas en el piso y burlarse de lo que una figura insípida como la mía, pudiera sentir. Ahora me pregunto si piensa en mí, después de ser yo quien escupió en sus suplicas al pedirme que la dejara ir.


Había tomado el habito de mirar al pasado, quizá por eso aun conservo su fotografía, para sepultar todos los días los sentimientos de culpabilidad que me invaden, por estar aquí, mirándola, sin saber que será de ella, sin sentir más sus falsas miradas compasivas o sus ojos desorbitados pidiendo ayuda.  Quizás mientras siga mirando el infinito, siga pidiendo piedad a mí mismo para acabar con aquello que odio, tan solo por ser lo que ella hubiese deseado, mi miserable existencia.


Modelo: NATASHA OKs

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