jueves, 26 de mayo de 2016

No Sé Si Fue Tu Delicadeza



Hola...

Realmente comenzar a hablar de ti representa un gran reto, no porque no sepa como comenzar, como siempre, terminar será el problema, así como comenzabas tomando vida en mis noches solitarias, detener aquel rodaje excitante siempre me complicaba las noches, prefería soñar contigo despierto, así no lograbas sorprenderme, siempre deteste las sorpresa, soy un amo rotundo del control y sin embargo, tú me haces perderlo a cada momento.

No sé a dónde se iba mi conciencia cuando te miraba, lo peor de todo, es que nunca supe si realmente estaba enamorado de ti, lo único cierto es que aun ahora, no soportaría perderte, después de tener la rosa más hermosa del jardín para mí, no me permitiré dejarla libre de nuevo;  lo lamento en cierto punto ya que jamás quise privarte de tu libertad, pero al fin y al cabo todos somos prisioneros de algo, yo prisionero de tu belleza, tu, prisionera de mis ganas de ti.

No sé si fue tu delicadeza al tratarme, el brillo que se escapaba por tus ojos cuando hablabas de algo que te apasionaba, esas caricias que parecían dejarle mensajes subliminales a mi cuerpo o esos besos, oh, esos besos que incitaban disimuladamente a tomarte sin importar el lugar donde estuviéramos, quizá eso nos caracterizaba como una pareja extraña, pero qué más da que el mundo nos viera de reojo, si tus gemidos iban a la par con mis deseos.



Tu caminar era una oda a lujuria, pero no sé si era por tu delicadeza o esa ternura que caracterizaban tus movimientos, que me hacían sentir más vivo. Tu silueta bajo la luz tenue de mi perversidad, dejaba resaltar esos hermosos senos, esperando por mí, por estos labios que proclamaban tu nombre cuando te alejabas y alababan tu cuerpo cuando te tenia, cuando te iba desnudando con aquella delicadeza que te gustaba descubrir el cuerpo. Danzar era nuestro ritual a la hora de hacer el amor.

Donde mis manos buscaban tocar algo más que tu pecho, algo más que tu intimidad, siempre tuviste esa peculiar cualidad de hacer que me olvidara de mi cuando te tenía en frente, era yo, el hombre más afortunado del mundo al probar los manjares que ofrecía tu piel, desde el día que también fui capaz de robar tu inocencia, con el primer beso, con la primera caricia, con la primera noche juntos, que revivía constantemente cuando me inventaba mas noches contigo, para soportar la soledad.

Francamente, sabía que no soportaría mucho seguir pasando las noches solo conmigo, estar lejos de ti me volvía cada segundo, un poco más insoportable, necesitaba estar en ti, calmar los susurros en mi cabeza con tus delicadas manos masturbando mi ego y haciéndome eyacular palabras de amor,



Necesitaba de aquella niña consentida en la que te convertías, para conseguir las cosas que se proponía, de manera indirecta soy yo el que está siendo dominado por ti, a pesar de ser tú la que se vea obligada a seguir llenando mi vacio.

No sé si fue tu delicadeza, la verdad. Pero fuiste tú quien me hizo enloquecer, fuiste tú la que me saco del entorno en que me había sentido cómodo, fue en ti en quien encontré la aceptación, incluso de mi mismo y, fue tu cuerpo, fue la perfección de tu cuerpo, la que me ha enseñado que en la vida hay cosas que vale la pena conservar, aun cuando parece que el tiempo quiere desvanecerlo y… a pesar del estado en que te encuentras, sigo sintiendo las mismas cosquillas que sentí, cuando aun tu respiración erizaba los vellos de mi nuca.

Adiós, tu amado… John.


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